Padre de bondad, Tú que velas sobre tus hijos, entre los cuales, soy el último, vengo a humillarme ante Ti y rogarte porque bendigas a todos aquellos siervos tuyos, entre los cuales me cuento como el más inútil, y que permitas que la labor misionera, no desmaye nunca y que esa Gran Comisión que nos dejaste encomendada sea cumplida mientras esperamos tu venida para irnos contigo a morar en la Patria Celestial... Amén.